AMENAZAS NATURALES EN COLOMBIA: DESAFÍOS QUE MARCAN HUELLA

AMENAZAS NATURALES EN COLOMBIA: DESAFÍOS QUE MARCAN HUELLA

Tomada por: Fausto García Calderón

En Colombia nos enorgullecemos de la increíble diversidad que tenemos en cuanto ecosistemas y relieves únicos. La geografía de Colombia es una de las más complejas del mundo ya que encontramos paisajes biodiversos que van desde playas, manglares, arrecifes coralinos, pastos marinos, bosques tropicales, sabanas, hasta desiertos, páramos y picos nevados.

Esto trae consigo grandes beneficios, pero al mismo tiempo grandes problemas como lo son los peligros de cada terreno; las comunidades se enfrentan a amenazas naturales que han dejado huella a lo largo del tiempo que  impactan significativamente la vida cotidiana, la economía y la infraestructura del país. Algunos de estos problemas que han ocurrido a través de los años se nombran en esta columna:

 La Tragedia de Armero ocurrida el 13 de noviembre de 1985 es la mas conocida a nivel nacional y en el mundo, fue uno de los capítulos más dolorosos en la historia colombiana. Producto de la erupción del volcán Nevado del Ruiz donde el calor de la erupción generó la fusión de los glaciares  resultando en un lahar de lodo volcánico y escombros que descendió por las laderas y alcanzo la ciudad de Armero.

La magnitud de la tragedia fue devastadora, cobrando la vida de más de 23,000 personas. Este desastre resaltó la vulnerabilidad de las comunidades frente a eventos naturales y la necesidad crítica de una mejor planificación urbana, sistemas de alerta temprana y preparación para estos desastres.

La calamidad en Mocoa ocurrida en 2017 fue el resultado de intensas lluvias que desencadeno una gran avenida torrencial en la ciudad de Mocoa, Putumayo. Este evento tuvo consecuencias trágicas y dejó un gran impacto en la comunidad local y nacional, tanto así que el Servicio Geológico Colombiano estuvo estos últimos años estudiando la forma de modelar estos eventos altamente destructivos. Cabe aclarar que este evento no es el primero en conocerse, para el año 1960 en el mes de diciembre ocurrió un evento parecido que fue registrado por imágenes aéreas en 1962, al no estar tan urbanizado como en la actualidad, los daños fueron significativamente menores.

Durante todo marzo y hasta el 1 de abril de 2017, se registraron lluvias continuas y muy intensas en la región de Mocoa. Precipitaciones excesivas que superaron los promedios históricos del mes saturaron los suelos, lo que aumentó significativamente el riesgo de deslizamientos de tierra. Las lluvias ocasionaron aumentos en los caudales de los ríos y en combinación con los deslizamientos repentinos se formaron represamientos en los cauces que luego crearon flujos de lodos.

La rapidez y la fuerza de los flujos de lodo y agua tomaron a muchos residentes por sorpresa durante la madrugada del 1 de abril. Viviendas, infraestructuras y carreteras fueron destruidas, y numerosas personas quedaron atrapadas o fueron arrastradas por la corriente. La magnitud del desastre resultó en una gran pérdida de vidas y dejó a miles de personas sin hogar.

Tras la calamidad, se llevó a cabo un esfuerzo considerable para la reconstrucción de Mocoa y la implementación de medidas preventivas. Esto incluyó la mejora de sistemas de alerta temprana, la reubicación de algunas comunidades vulnerables y la creación de obras de infraestructura para reducir el riesgo de deslizamientos, inundaciones, y avenidas torrenciales en el futuro.

La tragedia en Mocoa destacó la importancia de la gestión del riesgo de desastres y la preparación ante eventos climáticos extremos. Los esfuerzos de reconstrucción y prevención continúan para fortalecer la resiliencia de la comunidad frente a amenazas similares en el futuro.

En un giro opuesto, entre 2015 y 2016 ocurrió una gran sequía que dejó en evidencia los desafíos asociados con la escasez de lluvias. Esta sequía, atribuida en parte al fenómeno del Niño afectó la disponibilidad de agua para consumo humano, la agricultura, y la generación de energía hidroeléctrica.

Las pérdidas económicas fueron notables, especialmente en el sector agrícola, donde los cultivos se vieron amenazados por la falta de agua. Además, la generación de energía se vio comprometida, lo que llevó a la necesidad de adoptar medidas de conservación y explorar fuentes de energía alternativas.

Lecciones Aprendidas y Acciones Futuras

Estos eventos subrayan la urgencia de fortalecer las capacidades de gestión de riesgos en Colombia. La inversión en sistemas de alerta temprana, la implementación de prácticas agrícolas sostenibles y la planificación urbana resiliente son esenciales para reducir la vulnerabilidad de las comunidades frente a amenazas naturales.

La adaptación al cambio climático también se vuelve crucial, ya que fenómenos como el Niño y la Niña pueden intensificarse en el futuro. hoy día los registros indican que el 2023 fue el año más cálido registrado donde las temperaturas históricas máximas de los municipio subieron hasta 1° C, siendo apenas este el inicio de la temporada del fenómeno niño que se aproxima.

La conciencia pública, la educación sobre preparación para desastres y la colaboración entre el gobierno, la sociedad civil y el sector privado son clave para construir comunidades más resilientes. Enfrentar las amenazas naturales en Colombia no solo implica superar los desafíos del pasado, sino también prepararse para un futuro donde la sostenibilidad sea fundamental. La inversión en la seguridad y el bienestar de las comunidades no solo es una responsabilidad, sino también una oportunidad para forjar un futuro más seguro y próspero.

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